Tumbas de famosos alrededor del mundo

Tumbas de famosos alrededor del mundo

 

“Nada se parece tanto a un altar como una tumba”. La frase, del escritor Alfred de Musset, es todavía más cierta en el caso de las sepulturas de quienes han llegado a ser tan famosos que, incluso siglos después, no mueren del todo.

Es por ello que visitar sus tumbas es no solo una forma de estar lo más físicamente posible de personajes históricos. También es una manera muy interesante de observar cómo cada cultura honra la vida y llora la muerte de quienes influyeron, para bien o para mal, en la historia del mundo.

He aquí algunas de las tumbas más significativas cuando, dando vueltas por ahí, me he encontrado con los restos físicos de seres humanos quienes, aún más allá de la muerte, continúan existiendo.

 

1. Ana Frank. Bergen-Belsen, Alemania.

 

Comenzamos, irónica y tristemente, con una tumba que no es una tumba.  Ana Frank murió algún día de febrero de 1945, en algún lugar del campo de concentración de Bergen-Belsen, en el norte de Alemania. Nadie sabe en realidad dónde fue enterrada, entre todas las fosas comunes que se alzan en forma de montículos por todo un campo que parece no tener límites, como el sufrimiento de quienes aquí murieron. Sin embargo, entre las tumbas masivas que cobijan a entre 500 y 1000 muertos cada una, se encuentra esta lápida simbólica para su hermana Margot (quien también murió en Bergen-Belsen), para ella y para el silencio de todo aquello que nunca llegó a escribir.

 

Tumba de Ana Frank Bergen-Belsen
Lápida simbólica de Margot y Ana Frank. Campo de concentración de Bergen-Belsen, Alemania.

 

2. Ernesto Che Guevara. Santa Clara, Cuba.

 

Desde su muerte en 1967, los restos del Che Guevara se perdieron en algún lugar de Bolivia. No obstante, como su leyenda nunca desapareció, en 1997 un grupo de antropólogos forenses encontró su cuerpo en una fosa común. Identificado por registros dentales, por un paquete de tabaco y porque le faltaban las manos (que le fueron cortadas después de muerto y enviadas a Buenos Aires para su reconocimiento por medio de huellas dactilares), fue trasladado, tres décadas más tarde, con los restos de otros seis guerrilleros a Cuba. Ahí, descansa en un mausoleo en Santa Clara, donde dirigió una de las batallas clave para la victoria de la Revolución Cubana. Dentro del mausoleo, cargado de una atmósfera tan solemne como las leyendas humanas, no se permiten fotos. No obstante, afuera se puede fotografiar una estatua del Che, contemplando el horizonte más o menos con la misma inspiración que alguna vez plasmara Alberto Korda en su icónica foto.

 

Mausoleo Che Guevara Andrea Aguilar-Calderón
Mausoleo de Ernesto Che Guevara. Santa Clara, Cuba.

 

3. Al Capone. Chicago, Estados Unidos.

 

Simple y religiosa. Probablemente, muy poca gente se imaginaría así la tumba del gánster más famoso de todos los tiempos. Aunque bueno, si tomamos en cuenta que el mae era de orígenes católicos italianos, tiene sentido que, al final, tal y como le sucedió al ladrón crucificado al lado de Jesús, le valiera pedir misericordia para estar, ese mismo día que lo encontraron muerto en su bañera en Miami Beach, en el paraíso. Después de ser el prisionero más famoso de Alcatraz, Al Capone fue liberado por demencia, aparentemente causada por la sífilis que contrajo durmiendo con prostitutas y que nunca le fue tratada porque les tenía miedo a las inyecciones. Luego, se mudó a Florida, donde el punto final de su vida se escribió con algo tan ordinario como un infarto, y no con el agujero dejado por una bala.

 

Tumba Al Capone
Tumba de Al Capone. Cementerio Mount Carmel, Chicago, Estados Unidos.

 

4. Ludwig van Beethoven, Wolfgang Amadeus Mozart y Franz Schubert. Viena, Austria.

 

En ese orden, de izquierda a derecha, podemos apreciar las tumbas de algunos de los compositores más famosos de toda la historia, en el Cementerio Central de Viena. O bueno, no, mentira. En realidad, Mozart no está enterrado ahí, sino en una fosa común en las afueras de la ciudad. Como ya encontrarlo a estas alturas está tan complicado como la misma gramática germana, los austriacos decidieron hacer trampa y ponerle un monumento simbólico. Tal parece que querían sí o sí tener esta trifecta de compositores en su colección. No importa que en el mismo cementerio anduvieran dando vueltas por ahí otros pesos pesados de la música clásica, como Brahms y cuatro diferentes Strauss (o bueno, no, la verdad es que la expresión de que “anden dando vueltas” no es la más tranquilizadora; mejor que se estén quitecitos en sus tumbas). El caso es que había que tener a Mozart a huevo, aunque fuera alegóricamente. Mozart, como lo habrá podido comprobar cualquiera que haya ido a Salzburgo, es idolatrado de tal manera que en su casa exhiben, por ejemplo, media docena de pelos que no sé cómo tienen certeza que pertenecieron al mae después de más de dos siglos. En fin, #ElVerdaderoEfectoMozart.

 

Tumbas de Beethoven, Mozart, Schubert
Tumbas de Beethoven y Schubert. En el centro, un monumento a Mozart. Cementerio Central, Viena, Austria.

5. Vladimir Lenin. Moscú, Rusia.

 

Ya que hablamos de trifectas, pasemos ahora a una de mis trifectas favoritas: ¡las momias comunistas! La primera, cronológicamente hablando, y que marcaría la pauta en esta tendencia, es la de Lenin. Para visitarla en su propio mausoleo ubicado en la Plaza Roja, hay que hacer una fila larga y proletaria. Afortunadamente, mientras uno avanza, puede ir apreciando otras tumbas soviéticamente emblemáticas, como la de Stalin, la de Yuri Gagarin y la de cualquier otro camarada que mereciese yacer cerca de los muros del Kremlin. El tiempo de espera (que puede extenderse por horas) es cruelmente sarcástico en comparación con los segundos que tiene uno para ver a una de las figuras históricas más influyentes del siglo XX cara a cara. Sin embargo, para compensar, cuando digo “cara a cara” no lo digo por vara: Lenin está tan bien conservado, que parece que el mae se acaba de morir hace cuatro minutos. Vale la pena, entonces, todo el rato que pasa uno dándole vuelta a la Plaza Roja (que, de feria, es una de las más grandes del mundo) haciendo la hijueputa fila. Aun así, no creo que recomendaría visitar a Lenin en los meses infamemente crudos del invierno ruso, a menos que sean genuinos hardcore fans leninistas. Quedan advertidos.

 

Mausoleo Lenin
Mausoleo de Vladimir Lenin. Plaza Roja, Moscú, Rusia.

 

6. Mao Tse-Tung. Beijing, China.

 

Otro líder comunista, sepultado en un mausoleo, en una plaza monumental (de hecho, la más grande del mundo), en la capital de uno de los países más enormes del planeta y para el que también hay que hacer una fila interminable, solo para verlo de pasadita. Sin embargo, aunque el mausoleo de Lenin no carece de solemnidad, en el caso de Mao parece más bien que la gente está alabando a un dios que, a final de cuentas, resultó ser mortal. Los visitantes (en especial aquellos ya muy mayores) incluso lloran de la emoción, y a la entrada se venden flores blancas para dejarle en homenaje al líder que llevó a cabo controversiales cambios que marcaron para siempre a China, como el Gran Salto hacia Adelante y la Revolución Cultural. Empero, según pude comprobar mientras hacía la fila, esto es una suerte de estafa floral: una vez que quienes han venido a pagar sus respetos al chairman dejan las flores en un monumento ubicado a la entrada, un mae llega a recogerlas periódicamente, da la vuelta por detrás y las lleva de regreso a la caseta de venta. O a lo mejor es esta su forma de reciclar, no lo sé. Mao (así como la esposa de Lenin) se opuso a la idea del embalsamiento, pero, como ya sabemos, al final nadie le dio pelota. Especulo que, seguramente, el mae sabía que esto iba a pasar, porque el pobre terminó siendo pues… una momia china de calidad barata. La piel del rostro tiene un sintético color rosado, que lo hace parecer más una mascarada de turno tico que alguien que alguna vez fue un ser humano. Aparte, lo tienen envuelto en una bandera rojiza, que lo hace lucir como lo que solo podría describirse como una especie de burrito soviético. Diría entonces que, por tanto, la moraleja de la historia de Mao es que lo mejor es descomponerse siempre, con naturaleza y dignidad.

 

Mausoleo de Mao Tse Tung. Plaza Tiananmen, Beijing, China.

 

7. Ho Chi Minh. Hanoi, Vietnam.

 

Otro que tampoco quería que lo embalsamaran, pero que nadie le hizo caso y que hoy, como su colega Mao, está en exhibición permanente. El tío Ho, al igual que Mao, también disfruta de un aire de reverencia exagerado. Mientras uno hace la fila de rigor, es posible observar viejitas que, con toda seguridad, en los años setenta estuvieron lanzándole granadas y cocteles Molotov a los gringos en medio de la selva y que hoy, temblorosas y encorvadas, llegan a llorar a su líder con el mismo desconsuelo como si fuera 1969. No obstante, Ho Chi Minh tiene la suerte de que, cada dos años, viaja a Rusia para un tune-up, donde tal parece que son los maestros del embalsamiento socialista y, por ello, ostenta la misma calidad insuperablemente profesional de Lenin. Es curioso, porque Ho Chi Minh, en su juventud, viajó muchísimo y ya ven: incluso después de muerto, el mae lo sigue haciendo.

 

Mausoleo Ho Chi Minh
Mausoleo de Ho Chi Mihn. Hanoi, Vietnam.

 

8. Tutankamón. Valle de los Reyes, Egipto.

 

Ya sé que la foto está de lo más sin gracia, pero en mi defensa he de decir que, como sucede con muchas de estas sepulturas solemnes, no se permiten fotos del interior. Además, no me quise jugar el chance de tomar una foto paparazzi; bien sabido es que, según la leyenda, varios de quienes descubrieron la tumba de Tutankamón murieron poco tiempo después, y yo no tengo ninguna intención de ser una víctima más de la maldición del faraón por no respetar su último lugar de descanso. Es una lástima, porque por dentro el chante es IMPRESIONANTE, como prácticamente todas las tumbas que se encuentran en el Valle de los Reyes. La tumba del Rey Niño (que asumió el trono a los ocho años y murió tan solo una década más tarde) tiene varias habitaciones decoradas con jeroglíficos, barrocamente escritos desde el suelo hasta el techo. Definitivamente, no es una exageración si tomamos en cuenta que a este mae lo enterraron con más de cinco mil chunches, entre ellos su máscara funeraria, que se encuentra en exhibición en el Cairo y que es tan impresionante como su leyenda.

 

Tumba de Tutankamón
Tumba de Tutankamón. Valle de los Reyes, Egipto.

 

9. Mahatma Gandhi. Delhi, India.

 

Aunque no es una tumba per se, porque por estos rumbos la cremación es la norma y no la excepción, el sitio donde Gandhi fue incinerado se conserva en un parque impresionantemente pulcro de la capital india. De hecho, es el único sitio que vi durante mi visita a Delhi en que no había ni una colilla de cigarro en el suelo, en una de las ciudades más contaminadas que he conocido en toda mi vida. A diferencia de la pompa y circunstancia que rodea a otras figuras históricas, en el caso de Gandhi no hay filas de devotos seguidores, ni souvenirs, ni ningún otro tipo de parafernalia conmemorativa. Más bien, el parque es un remanso de quietud entre todo el caos de Delhi, que viene a ser más o menos como si el Big-Bang acabara de suceder. Quizás es la misma simpleza con la que Gandhi así lo hubiera querido porque, cuando uno visita su casa (también ubicada en Delhi), en su habitación no hay más que tres muebles. Es curioso cómo mucha gente, así como vive, también muere.

 

Sitio de cremación Mahatma Gandhi
Sitio de cremación de Mahatma Gandhi. Raj Ghat, Delhi, India.

 

10. Julio Cortázar. París, Francia.

 

Para el gran final, he decidido incluir un personaje que, quizás, no sea tan famoso como los demás aquí mencionados, pero que, para mí, significa mucho: Julio Cortázar. La tumba de uno de mis escritores favoritos se encuentra ubicada en el cementerio de Montparnasse, que guarda los epílogos de otros autores como Carlos Fuentes, Charles Baudelaire, Simone de Beauvoir, Jean Paul Sartre y Samuel Beckett. La sepultura de Cortázar es, por cierto, una página en la que sigue escribiendo: está rayada con mensajes, poemas y extractos de sus libros de quienes llegan a visitar la tumba del cronopio por antonomasia. Quizás para algunos sea un acto de irreverencia llenar de grafiti la sepultura de uno de los escritores más célebres de América Latina. Pero, como es efectivamente cierto, solo muere quien es olvidado y el hecho de que aún se escriba en la última página de un escritor es, quizás, la mejor forma de honrarlo: de alguna manera sigue escribiendo, aunque ya sus palabras se hayan silenciado.

 

Tumba Julio Cortázar
Tumba de Julio Cortázar. Cementerio de Montparnasse, París, Francia.

 

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