Derviches girando Curiosidades de Egipto

Curiosidades de Egipto que te sorprenderán

Curiosidades de Egipto que te sorprenderán

 

Si tomamos en cuenta que Egipto se unificó desde el año 3100 a.C., es incalculable cuántas páginas se habrán escrito ya al respecto 5000 años después. Es por ello que, la verdad, se me ha hecho muy difícil escribir sobre este país en concreto porque, cuando ya tanto se ha escrito, ¿qué puedo aportar yo a estas alturas de la historia sobre una tierra tan legendaria? Prácticamente nada de nada, en especial si tomamos en cuenta que apenas estuve ahí solo un par de semanas.

Sin embargo, durante mi visita sí me encontré con algunas cosas que, al menos en mi caso, hasta ese momento no había visto en ningún otro lado más que en Egipto mismo. Por lo tanto, siguiendo mi costumbre de documentar todo aquello que me llame la atención en un país, indistintamente de si todo me parece feo o bonito, todo me parece bonito, he aquí algunos aspectos que encontré curiosos durante mi visita a este país del que ya tanto, pero tanto se ha escrito:

 

Egipto es color sepia

 

Aterrizar en Egipto es como aterrizar en una fotografía antigua: es un país color sepia. Ya desde que el avión comienza a descender, uno nota un beige desde la ventanilla que, conforme uno baja más y más, se vuelve omnipresentemente cromático. Hasta el aire es beige gracias a una capa de polvo que se acumula por todas partes; asumo que es por el desierto, que no conoce de barreras urbanas. Sin embargo, algo que me llama la atención de este y otros países con desiertos es que sus edificios suelen ser de un armónico café con leche, como si la gama de colores que perciben sus habitantes estuviese limitada a justamente lo que ven en su entorno y no se les ocurrieran otras tonalidades para pintar sus paredes.

 

Edificios Cairo en color sepia Curiosidades de Egipto
Edificios en Cairo color sepia. Color desierto. Color Egipto.

 

Los números en árabe

 

Yo solía creer que los números arábigos eran los números que, en el lado del mundo del cual provengo, usamos de toda la vida. Pero tuve que venir aquí para darme cuenta de que me mintieron durante años en la escuela (así como me enteré, veinte años después, de que Baldor no era Baldor). Porque NOOOOOOOOOOO, no es así. Se les dice números arábigos para diferenciarlos de los romanos, pero los árabes de hoy día suelen usar esta vara:

 

Reloj números árabes Curiosidades de Egipto
Ajá.

 

Como vemos, para el no iniciado esto puede ser un despiche: el seis parece un siete, mientras que el cinco parece un cero y el cuatro parece un tres al revés. Tremendamente útil cuando, por ejemplo, uno tiene que sacar dinero del cajero automático (yo terminé en varias ocasiones sacando plata que no necesitaba y pagando las comisiones bancarias estratosféricas del caso), cuando uno necesita reconocer si le están amarrando el perro en las cuentas de los restaurantes y cuando uno tiene que descifrar las placas de los Ubers en medio del tráfico de Cairo. Utilísimo.

 

La cantidad de mercadería en los souks

 

“Souks” es la palabra en árabe para referirse a los mercados. Como suele suceder alrededor del mundo, por lo general son sitios muy interesantes, en que el día a día de una cultura se puede tocar con la mano en un estante.

Sin embargo, hasta el momento no he visto yo mercados donde te vendan TANTAS MIERDAS como en los egipcios. En una desproporción descomunal de la oferta y la demanda, a mí me da la impresión de que hay muchos más vendedores que clientes: es como si cada persona que estuviese caminando por sus callejones tuviera algo que venderte. Pareciera que, acá, en vez de usarse el dinero se utilizara el trueque y uno a huevo tuviera que cargar con algún chunche para intercambiarlo por algo más. Lamentablemente, la gran mayoría de las veces estamos hablando de tiliches inútiles, como cabezas de Nefertiti, ceniceros en forma de sarcófago (apenas para recordarle a uno que “fumar mata”) y zorros disecados. Mientras camino por el souk, asombrada por cuántas cosas NO necesito, no dejo de pensar en cómo las prioridades de este mundo están completamente al revés: en vez de tener a toda esta gente subempleada que trata de venderte tanta chuchería, ¿no sería más útil para toda la humanidad dedicarnos a, por ejemplo, limpiar el planeta (y créanme, a Egipto le hace falta una buena limpiadita)?

Al chile que hay varas que, por más que viaje, ni en 5000 años las voy a entender.

 

Souk Cairo Zorro disecado Curiosidades de Egipto
Dentro de todas las varas random del souk en Cairo, creo que la más inaudita fueron estos zorros disecados. O sea, ¿quién putas compra eso solo porque lo ve de casualidad por ahí? Pero bueno: esa era la mercadería del mae.

 

Lámparas souk Andrea Aguilar-Calderón Curiosidades de Egipto
Pero, para que vean que no todo son chunches (exageré, perdón), al menos yo me enamoré de estas lámparas y hubiera comprado como diez. (En la foto, salgo con mi amiga Sheila, brasileña que en ese entonces vivía en Cairo).

 

Papyrus Institute Curiosidades de Egipto
También, si quieren ponerse ustedes en plan egipcio total, pueden encontrar estos institutos del papiro en varias ciudades de Egipto, donde pueden aprender cómo se hace el papiro y comprar uno si quieren. Al final, si gustos no hubiera, en Egipto nada se vendiera.

 

El scooter Uber

 

Egipto (y en especial Cairo) suele ocupar un puesto recurrente en los rankings de los lugares con peor tránsito del planeta. Felicidades (o, como dirían en árabe, mabrook): se ha ganado su lugar en el podio por goleada.

Para comenzar, al menos Cairo es GIGANTESCO. Por ejemplo, al llegar tomamos un taxi y, 20 minutos después de circular, nos dimos cuenta de que ni siquiera habíamos salido del aeropuerto. A estas dimensiones faraónicas, súmenle transeúntes no precisamente muy comunes para uno, como maes a pie jalando carretillas que se meten entre dos buses, maes en bici con bandejas descomunales de pan en la jupa, maes con burros desubicados y hasta rebaños de ovejas cruzando debajo de un puente peatonal.

 

Hombre con carretilla entre buses Curiosidades de Egipto
Esta estampa es frecuente en Cairo: gente metida en la calle circulando como si fueran vehículos. Este mae, por ejemplo, estaba acá haciendo el semáforo entre dos buses.

 

Niño con bandeja de pan en la cabeza Curiosidades de Egipto
Este niño no se encontraba circulando por la calle (menos mal, aunque siendo Egipto tampoco me sorprendería). Sin embargo, es frecuente también ver gente en bici con estas bandejotas de pan en la jupa, en lo que podría clasificarse como un genuino acto de circo.

 

Hombre carretilla con burro Curiosidades de Egipto
Común también en muchos otros países, no podemos dejar de lado en este conteo la carretilla con burro. Por cierto, a mí no me gusta caer en orientalismos, pero al chile que viajar en Egipto es a veces como viajar en el tiempo.

 

Es por ello que, en un país como este, conducir es una actividad que requiere una paciencia franciscana. Por lo tanto, es mejor utilizar un taxi, el metro o bien agarrar un Uber, que ofrece el servicio de scooter lo cual, considerando el tránsito egipcio y las horas invertidas para desplazarse tan solo 50 metros, tiene todo el sentido del mundo.

 

Curiosidades de Egipto
Esta foto la encontré en internet (la que yo tomé se ve mucho peor), pero la quise incluir porque los taxis en Aswan, que son del año del cuerno, me parecieron como el carro de los Cazafantasmas. ¿Tengo o no tengo razón?

 

Vagón para mujeres metro Curiosidades de Egipto
Como sucede con muchas ciudades donde el acoso sexual callejero es brutal, en Cairo hay vagones de metro exclusivos para mujeres. Pero igual, de la hora pico no hay género que se salve.

 

Mujer metro Curiosidades de Egipto
El metro es, en cualquier parte, un excelente lugar para hacer “people watching”. A mí me llamó mucho la atención el “manos libres” de algunas mujeres en Egipto: se acomodan el teléfono entre la oreja y la hijab (que es la tela con la que se cubren la cabeza) y ¡listo!

 

Uber scooter Curiosidades de Egiptos
Como vemos, el scooter de Uber es una conveniente y baratísima opción: ese precio que vemos en pantalla son 50 centavos de dólar estadounidense.

 

El caos

 

Mientras fumo en el balcón de mi hostal en Luxor, en una medianoche invernal, escucho un ruido como de alguien arrastrando algo pesadísimo por la calle, similar a como me imagino que se escucharían, alguna vez, los bloques con los que se construyeron las pirámides al ser arrastrados, miles de años atrás. Extrañada, dirijo mi confundida mirada hacia abajo y observo, para mi sorpresa, a un niño de unos catorce años que avanza por media calle tirando de una caja de madera y completamente desnudo, con el frío de esta noche, que puede ser de unos diez grados centígrados. Sin embargo, esto no es lo más extraordinario: lo más inaudito es que, lentamente, pasa una patrulla al lado del chamaco y, sin hacer absolutamente nada, sigue directo y sin escalas. WTF?

Pero claro: en Egipto no hay mucha oportunidad para sorprenderse porque, por definición, es un CAOS. Este no es país para principiantes (al menos que lo estemos comparando con la demencial India, en cuyo caso sí podemos decir que es algo así como una India para novatos). La miseria es sobrecogedoramente inhumana, la contaminación es omnipresente y casi nada parece funcionar: la consigna aquí parece ser “si se rompió, charita” (o, como dirían en árabe, “malish”, que viene a significar “lástima”). Por ejemplo, los vidrios de los trenes se ve que están rotos desde hace años y que nadie se ha molestado en lo absoluto por cambiarlos. No resulta tan sorprendente, entonces, que los accidentes ferroviarios en Egipto sean tan trágicamente frecuentes.

Circular por las calles de sus ciudades (en especial Cairo, Alejandría y Luxor) es circular por despiches urbanos que hacen ver prácticamente cualquier ciudad tan organizada como un desfile militar chino.

 

Basurero Alejandría Curiosidades de Egipto
Así se ven partes de Alejandría hoy. Creo que a Alejandro Magno le hubiera dado un yeyo.

 

Tomemos este ejemplo: esta imagen que vemos en pantalla la tomé en un barrio de Alejandría. Es un lote baldío con colinas de basura del tamaño de dos pisos más o menos, en medio de la ciudad. De ahí salían y entraban gatos, roedores, cabras, moscas y otras encantadoras alimañitas, envueltas en un olor que, por dicha, no puede reproducirse a nivel digital. Acabé ahí porque me perdí (suele suceder cuando uno está en un sitio que no conoce). Para colmos, tuve la brillante idea de preguntarle a un tipo que iba pasando por ahí por una dirección, solo para que comenzara a seguirme hablándome en árabe y solo para que yo comenzara a caminar más y más rápido para que dejara de seguirme, hasta que, en el camino, dos hombres empezaron a gritarle a su vez cosas en árabe y, por fin, entre árabe y árabe, me dejó en paz. “I’m sorry, I’m sorry” me decía después uno de ellos, supongo que disculpándose en nombre del pueblo egipcio por lo que fuera que me estuviera diciendo el primer hombre que me venía siguiendo, y que por dicha no entendí (a veces, al chile, es mejor no entender). Para salir de ahí, tuve que pasar por uno de los mercados más CAÓTICOS que he visto en mi vida, también con olores indescifrables, también con montañas de basura y con cabezas de vacas colgando al aire libre (yo le tengo pánico a cabezas sin cuerpo, a cuerpos con una cabeza que no calza, a cuerpos sin cabeza, etc., etc., etc.). Al final del día, después de estas y otras peripecias que por el momento no vienen al caso, opté por meterme en la biblioteca de Alejandría a leer y a dormitar, porque me parecía algo así como un oasis. Pero, como claramente uno no puede quedarse viviendo atrincherado en la biblioteca de Alejandría forever and ever, cuando salí se venía encima una tormenta con relámpagos y viento y granizo, que me hizo correr prácticamente por kilómetro y medio hasta la estación de ferrocarril. De ahí agarré un tren hacia Cairo, que tardó tres horas y que se varó a un kilómetro de la estación (no sé por qué). Como último tramo, me fui en metro hasta mi hostal para que, por fin, el caparazón de mis exhaustos restos pudiera encallar a medianoche después de ver, en media calle, cómo mataban una cabra. En total, caminé unos 15 kilómetros ese día. Estaba tan agotada que no me di cuenta de que, debajo de mi cama, había una rata que se comió algunos de los paquetes de café instantáneo que tenía en el locker del dormitorio. Digo que creo que fue una rata porque en las escaleras del edificio vi, al menos en un par de ocasiones, un animal que en mi puta vida había visto, una especie de ardilla (y eso estando en el puro centro de Cairo, justo dando mi ventana a la plaza Tahir, la principal de la capital egipcia). Ese fue, tan solo, uno de los 16 días que pasé en Egipto. De esos 16 días, como 12 fueron así de laaaargos y complicados, sin contar que todas las mañanas, a las 5 a.m., me despertaban las mezquitas llamando a Alá a grito pelado porque diay, así comienzan ellos su día por estos rumbos.

¿Se cansaron leyendo este parrafote? Pues imagínense vivirlo. Este no es país para principiantes, como les digo, y no me dejo de asombrar cómo una civilización capaz de construir varas tan impresionantes, como las pirámides o los templos de Luxor, terminó en este despiche. De hecho, no me puedo ni quiero imaginar el desmadre que fue esto durante la revolución en la Primavera Árabe. En serio, Egipto: what went wrong?

 

Las torres de palomas

 

Si logran desviar su mirada del caos que suele dominar las calles de Egipto, no se sorprendan si, al ver hacia arriba, descubren en las azoteas de algunos edificios estas estructuras precarias, similares a las que se usan en conciertos para instalar luces y parlantes. Su fin, empero, no es artístico, sino gastronómico: se trata de palomares porque, aunque muchos consideran a las palomas como ratas aladas, aquí se las comen, ñam, ñam. Aunque estoy lejos de ser la viajera foodie, decidí por curiosidad darle una probadita a la paloma (de la misma manera que probé cuy en Perú o grillos en México) y he de decir que, como suele suceder con la comida que uno no sabe clasificar, sabe a genérico pollo.

 

Palomar Curiosidades de Egipto
Palomar en Cairo.

 

Los derviches

 

¿Alguna vez ha sido su sueño ver girar, sobre un escenario y durante una sólida media hora, a un musulmán vestido con una túnica sin caerse, colapsar o vomitar encima del público?

Pues este sueño puede hacerse realidad en Egipto al asistir a un espectáculo de derviches giratorios.

Los derviches son miembros de una rama del islamismo conocida como sufismo. Su manera de meditar y concentrarse en Dios es escuchando música poderosamente hipnótica mientras dan vueltas y vueltas, de seguro para que así se les caigan el ego y todos sus deseos terrenales. Aunque no son exclusivos de Egipto, sino de muchos países del mundo islámico, acá se pueden ver en acción rotatoria como parte de espectáculos turísticos.

En mi caso, yo había podido ya observarlos en Estambul, pero he de decir que los que vi en Cairo me parecieron muchísimo más impresionantes. El derviche principal estuvo dando vueltas, literalmente, por 31 minutos. Ajá: por 31 largos y aparentemente interminables minutos estuvo girando este hijueputa, de manera tal que yo misma acabé en una especie de trance de solo observarlo y con muchas ganas de meterme a clases de dervichismo (o como sea que se diga) para enviajarme así, de manera más mística y saludable.

 

Derviches girando Curiosidades de Egipto
Derviches en plena rotación. (La foto es de mi amiga Sheila quien, por cierto, es curadora de arte. Yo no tengo tan buen ojo).

 

Los gatos al chile que tienen un look faraónico

 

Cuenta la leyenda que, en el antiguo Egipto, los gatos eran adorados al grado de que, si matabas un gato, incluso por accidente, te sentenciaban a muerte.

No sé si sea por esta devoción felina que los gatos por estos rumbos evolucionaron diferente a los gatos plebeyos que pueblan el resto del planeta, pero al menos los felinos egipcios tienen un look mucho más sofisticado e indiscutiblemente faraónico. Incluso los gatos callejeros, que están lejos de recibir el trato palaciego de antaño, tienen un aire cleopatresco.

 

Momia gato Curiosidades de Egipto
Y, para el gran final, he aquí una momia de gato. ¿Así o más antiguo Egipto?

 

Mae, ¡qué rajadamente largo me quedó esta entrada del blog! Tal parece que, al final de cuentas, aunque ya tanto se ha escrito sobre Egipto, yo también tenía mucho que escribir sobre esta mítica tierra cruzada por el río Nilo.

Espero que, si lograron leer hasta acá (muchas gracias por su atención a toda la paja que hablé) se les antoje ir a esta nación despichada pero interesantísima, donde se comen palomas, donde hay taxis que se ven como el carro de los Cazafantasmas y donde 5000 años de historia hacen sentir tu existencia tan solo como un parpadeo en la eternidad.

 

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