5 lugares famosos por dentro
5 lugares famosos por dentro
Les voy a sonar como la más loser, pero lo admito: a mí se me han salido las lágrimas cuando he visto, por fin, con mis propios ojos, un lugar que siempre había querido visitar en tercera dimensión. En la dimensión real.
Esto particularmente sucede cuando he visto las imágenes de esos lugares desde la más añeja infancia, en segunda dimensión, en postales, en libros y en las fotos de tantos otros viajeros que, a su vez, quizás también lloraron cuando por fin vieron ese mismo lugar, pero que no quisieron admitirlo para no parecer como los más losers (yo con eso no tengo problema… bueno, casi).
Pero, ¿cómo son esos lugares famosos por dentro? Yo siempre me lo pregunté porque, al menos en mi caso (que comencé a viajar antes de los tiempos de Google), nunca tuve oportunidad de ver el interior de estos sitios hasta que, efectivamente, puse un pie en ellos.
Por eso, por si a ustedes les pasa igual, entonces acá les dejo los interiores de 5 lugares que uno suele ver siempre de fachada, pero que por lo general no sabe qué hay más allá de sus solemnes puertas.
1. Catedral de San Basilio. Moscú, Rusia.
Colorida y rocambolesca, la catedral de San Basilio mantiene su espíritu cromático en su interior. A veces me parece increíble que los rusos hayan pasado por el momento oscurantista y gris de la arquitectura soviética cuando, desde las tradicionales muñecas matrioskas, ellos han demostrado que les gusta usar todos los colores de la caja de crayolas.
2. Taj Mahal. Agra, India.
Por dentro y por fuera, el caso es que diay, por algo esta es una de las 7 maravillas del mundo.
El «Taj» (como le llaman cariñosamente a la tumba más extraordinaria de todos los tiempos, así, como si fuera la compita de uno de toda la vida), tiene la sobriedad mágica de los finales tristes.
Sin embargo, por fuera, claramente es mucho más impresionante, en especial si llega uno al amanecer, en que la blancura del mármol refulge con el sol, en uno de los amaneceres más hermosos que pueden experimentarse sobre la faz de la Tierra.
3. El Coliseo. Roma, Italia.
Uno de esos chantes en que uno tiene que hacer un esfuerzo imaginativo para apreciar más allá de la piedra e imaginarse cómo fue de magno en algún momento un edificio que fue construido, nada más y menos, que en el siglo I.
Si consideramos que ya estamos en el silo XXI, lo sorprendente es que el coliseo siga en pie, en especial si tomamos en cuenta que ha pasado por incendios, terremotos y toda la decadencia que conlleva la caída de un imperio tan grande como el romano.
Así que no queda más que leer mucho antes de ir para echarle gasolina a la imaginación y sorprenderse de la dualidad humana, que a veces llega a extremos tan contradictorios como divertirse con la misma muerte.
4. Gran Muralla. Mutianyu, China.
Los chinos, muchas veces, son de extremos: o se ponen en modalidad barroca y le agregan colores, pagoditas y cerdos dorados a sus edificios, o más bien se ponen en plan minimalista-funcional y lo dejan todo en monótona piedra gris.
Es este el caso de la gran muralla. Igual, como que en decoración no se podía invertir mucho que digamos, puesto que los propósitos bélicos del inmueble milenario no permitían pulirse mucho para que viniera, por ejemplo, un ejército como el mongol y se apeara la vara.
5. Petra. Jordania.
Petra es impresionante. O más bien IMPRESIONANTE. O sea, la vara es una escultura del tamaño de una ciudad, Hello Kitty. Y yo creo que todo el mundo debería de tratar de ir aunque sea una vez en su vida y que su puesto entre las 7 maravillas del mundo moderno está más que ganado.
Pero mientras uno tiene en mente la imagen romántica de un camello a la entrada de una ciudad tan antigua como el tiempo como esta:
La realidad es otra. Y, para el gran final, cerramos con un claro ejemplo de cuando se le da más pelota al exterior que al interior, cuando hay una razón oscura y de peso, en clara analogía con frase de autosuperación tipo las-apariencias-engañan. Porque por dentro, este edificio mágico se ve así:
En todo caso, igual, lo recalco: Petra merece ser visitada y revisitada. Y tal como sucede con la gran muralla, muchas veces permite que esa piedra tan sin gracia sirva como marco para vistas impresionantes.
Al menos para mí, aclaro, la aventura de viajar consiste en no quedarme con lo que otros me han contado. Consiste en no quedarme con las ganas de escuchar la historia, sino de vivirla yo.
Así que no se queden ustedes con las ganas. Cada uno de estos sitios vale la pena, por dentro y por fuera. Por algo es que salen en tantas postales, en tantas películas y en tantos sueños que quedan por cumplir.