El sendero más peligroso del mundo
El sendero más peligroso del mundo
A Cesarín, mi honorable compañero González, quien me lavó la jupa con esta idea y con muchas otras palabras de aliento que me hacen seguir adelante, no importa cuántas gradas haya en mi camino.
¿Les ha pasado que un día ven un video en Facebook o uno de esos artículos tipo 41 lugares que ver antes de morir y dicen: “Mae, hijueputa yo si no voy ahí”?
Pues bueno, hace un par de años (o creo que un poquito más) mi amigo del alma César González posteó un video en Facebook titulado The World’s Most Dangerous Hiking Trail o una vara así. El video mostraba a intrépidos propietarios de una GoPro caminando por unas pseudogradas talladas en roca o por enclenques tablas pegadas a la pared de una montaña con unos clavos muy cuestionables mientras que, abajo, a cientos de metros, la muerte espera pacientemente a que alguien dé un mal paso para poner punto final a su novela personal.
Desde entonces, se me metió en la jupa que yo tenía que hacer esa vara sí o sí O SÍ. Cabe destacar que internet se ha convertido en una fuente inagotable de ideas obsesivas mochileras, y que los benditos artículos estos, junto con Pinterest, han pasado a definir parcialmente mi ruta porque yo trato, en la medida de lo posible, de ponerle fecha a “algún día”.
En realidad, la montaña donde se encuentra el Plank in the Sky (que celestial y anglosajonamente así bautizaron al senderito este) tiene muchísimo más que ofrecer que un grupo de tablas raquíticamente adheridas a un risco. Se trata de la montaña HuaShan, una de las cinco montañas taoístas de China. De acuerdo con la mitología oriental, este quinteto de montañas salió de Pangu, el cuerpo del primer ser y creador del mundo. Cada una representa una parte de su cuerpo. El monte HuaShan son los pies y, por lo visto, podemos deducir que era grande el hijueputa Pangu (perdonen la blasfemia) porque la montaña es ENORME. Con el monte Everest muy reciente en mi memoria, la verdad no esperaba que me impresionara mucho, pero esta mole orográfica está creada para desmontarle constantemente la quijada a uno de la impresión.
Empecemos, así, por el primer paso hacia el ascenso taoísta. Previamente, había leído en internet que hay dos caminos para subir el monte HuaShan: el camino tradicional que, aparentemente, “no reviste mayor esfuerzo físico”, y uno de tortura, conocido como el camino del soldado, el cual consiste en GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS … GRADAS diseñadas para torturar a las reencarnaciones de Iván el Terrible, Nerón, Hitler, Stalin, Vlad el Empalador, Josef Mengele y otro selecto grupo de bellacos para quienes, tal parece, las llamas eternas del infierno no son castigo suficiente y entonces hubo que construirles esto.
En vista de que yo no me considero un ser angelical, pero tampoco deseo sudar karma por asesinatos en masa que ni he cometido, mi plan original era subir la montaña por el camino tradicional que, aparentemente, “no reviste mayor esfuerzo físico”.
Sin embargo, me encuentro con el mismo obstáculo que el año pasado, cuando quise subir esta montaña y no pude (sí, porque hace un año estuve acá): el brete. Porque sí, señoras y señores, el caballito se mueve porque trabajo de lunes a viernes online para una agencia de relaciones públicas en Costa Rica, con un horario que no es ni el chino, ni el tico, sino que más bien yo vivo en un huso horario ubicado en algún lugar en medio del océano Pacífico donde no habita nadie, ABSOLUTAMENTE NADIE, más que yo. Por lo tanto, para acortar tiempo, decido agarrar el teleférico y ahorrarme cinco horas de caminata, para lo cual habría requerido una noche previa de sueño reparador en el lugar de marras. De regreso, según yo, bajaré por ese camino tradicional que, aparentemente, “no reviste mayor esfuerzo físico”. Claro, lo que yo todavía no sé para esta temprana y luminosa mañana de domingo es que JAMÁS llegaré a poner un pie en ese camino tradicional.
En fin, el teleférico, como ganancia colateral, resulta ser un ÉXITO ROTUNDO. En mi vida, en MI VIDA he visto yo una obra de ingeniería semejante, al menos en cuanto a teleféricos se refiere. Y es que mae, los chinos son capaces de construir todo. ABSOLUTAMENTE TODO.
Si usted fue niño en los 80 y tiene una memoria privilegiada, déjeme contarle cómo son los chinos con esta infantil analogía. En esa época, había una serie de Jim Henson (el creador de los Muppets para que se me ubiquen mejor) que se llamaba Fraggle Rock. Los fraggles eran como unos muppets que vivían en un hueco en una pared. Además de ellos, en ese agujero vivían los inges, una segunda especie de pequeñas criaturas humanoides. Los inges, que no en vano siempre usaban un casco de construcción, tenían un único objetivo supremo en sus vidas: construir. Por lo tanto, se la pasaban todo el show construyendo todo tipo de estructuras inútiles, muchas hechas de caramelo para que los fraggles se las zamparan, de un manotazo, sin miramiento alguno por las horas y horas invertidas en la construcción de tan elaboradas obras arquitectónicas. Pero eso no les importaba realmente a los inges: a ellos lo único que les interesaba era construir. Construir. Construir. Y CONSTRUIR.
Mi hipótesis es que los chinos vieron esta serie de chamacos y, en los 90, tuvieron una revelación: se percataron de que ese era su destino. Construir. Construir. Construir. Y CONSTRUIR. Desde entonces, esos hijueputas te construyen todo. ABSOLUTAMENTE TODO. Por eso, compatriotas ticos, si ustedes se sintieron muy especiales porque China nos regaló un estadio, sorry con muchos zorritos, pero esa vara para esos maes fue como arrancarle una pluma a un pato: una manera de satisfacer su vicio constructor y nada más. En otras palabras, nos tomaron por fraggles (y eran bien taraditos los fraggles en la serie, dicho sea de paso).
Muestra de ello es el monte HuaShan y su teleférico. Son aproximadamente 20 minutos de viaje de asombro ante el poderío constructor chino. He aquí algunas fotos porque, aunque me duela admitirlo, una imagen vale más que mil palabras. Y yo podría extender este post indefinidamente y ni así, con mil palabras, podría explicarles lo RAJADO que es ese teleférico:
¿Boquiabiertos? Pues cierren la jeta, porque este es solo el inicio.
El monte HuaShan está conformado por cinco picos, todos ellos igual de alucinantes y conectados por gradas. Correcto: gradas. Más bien, deberían de cambiarle el nombre de HuaShan por el del “monte Grada” porque en mi vida, en MI VIDA, he visto yo tantas gradas juntas, algunas de ellas demenciales como estas:
Como estas:
Como estas:
Como estas:
Como estas:
Y COMO ESTAS:
No sé cuántas gradas tiene esta vara. He buscado en internet el dato, pero aparentemente no existe. En la escuela, me contaron la leyenda de que los números son infinitos. Digo “leyenda” porque luego de mi experiencia acá, me queda clarísimo que si estas gradas no han sido contadas es porque ni siquiera los números, con toda su abstracta infinidad, pueden contabilizar esta demencia.
En fin, en uno de los picos (el sur para ser exactos, que ha de ser como el dedo gordo del Pangu) está la célebre Plank in the Sky. En realidad, para ser honesta, coincido con otros bloggers que han experimentado esta montaña y he de decir dos cosas: 1) si usted quiere venir al monte HuaShan se puede saltar esta parte (y ahorrarse dos horas de fila), y 2) a pesar de las fotos, no es taaaan peligroso como parece.
El único momento en que siento algo aproximado al pánico es cuando me doy cuenta de que, como si estar colgado de un arnés a cientos de metros de la superficie más estable no fuera suficiente, como si esto fuera una muestra fehaciente del poder ingeniero oriental (que, para variar, no lo es) y como si esta vara no consistiera en una tabla del largo de mi pie (y ojo, yo calzo 36), se les ocurre, a estos chinos, que perfectamente la tabla en cuestión es de DOBLE VÍA.
Así es: la lógica china es… bueno, me atrevería a decir que no es lógica, pero aún tengo la agonizante esperanza de algún día entender por qué PUTAS a veces hacen lo que hacen. De tal modo, en vez de enviar primero a un grupo de personas a que caminen por la tabla y esperar a que regresen sanos y salvos, los maes mandan a Raymundo y todo el mundo a la vez, por lo que es frecuente experimentar presas de hasta 20 personas en una sola tabla, avanzando lentamente en ambos sentidos. Es decir, que si con costos mis tennis número 36 caben en la tabla, de feria tengo que compartirla con una china, por ejemplo, que avanza en sentido contrario, usando vestido y zapatos de plataforma, porque si alguna vez han escuchado la frase “antes muerta que sencilla”, en China la llevan al nivel LITERAL.
Cabe destacar que yo solía idolatrar una frase que dice: Si en algún momento te preguntás “¿En qué me metí?”, entonces estás haciendo lo correcto… “Solía”, porque a partir de este instante, en que me pregunto qué putas hago con una veintena de chinos colgando precariamente a cientos de metros de altura, la exilio para siempre de mi manual de vida.
En fin, al final del camino uno sube unas gradas (vaya sorpresa ¡gradas!) no para llegar a una tetería, como miente uno de los artículos de internet que hizo célebre al monte HuaShan, con su típico titular No podrás creer lo que hay al final.
Lo que hay al final, yo tampoco lo puedo creer en todo caso. Arriesga uno su vida a que una tabla colapse bajo el peso de numerosos orientales con sus selfie sticks para encontrar un microtemplo empotrado en la montaña con este mae:
En caso de que quieran emborracharse con más adrenalina, hay un segundo camino opcional que lleva a un pabellón para jugar ajedrez (ajá, para jugar ajedrez) que ha de ser el sitio más alucinante que peones, torres, alfiles, caballos y reyes hayan visto en toda la historia de los tableros cuadriculados.
En lo personal, llegar hasta ahí (que por cierto, es lo que en ese impreciso artículo de internet definen como “casa de té”) me parece también bastante adrenalínico. He aquí algunas vertiginosas imágenes:
Como ven, la lógica china conlleva arriesgar la vida dos veces: una, para jugar ajedrez acá, y otra para ver a este mae:
Hasta ese momento, con todo y todo, he salido bastante ilesa del monte HuaShan. Decido dormir en el pico este de la montaña para ver el amanecer y luego comenzar mi descenso, esta vez por el camino que no me dio tiempo de recorrer temprano el día anterior. Sí, ese camino tradicional que, aparentemente, “no reviste mayor esfuerzo físico”. Sí, ese, que JAMÁS llegaré a ver.
Porque al cabo de una hora de bajar GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS GRADAS y GRADAS me percato de una pavorosa realidad: para descender, me he equivocado de camino y, en lugar de tomar el camino tradicional, que aparentemente “no reviste mayor esfuerzo físico”, me encuentro en el infame, brutal y sádico camino del soldado. ¡Chan chan chaaaaaaaan!
Y créanme: no le pusieron “el camino del soldado” por vara. Teorizo que lo llamaron así porque, en épocas lejanas, los soldados habrán sido los seres más fit de la manada. Hoy en día, lo llamaríamos “el camino de Robocop” o de cualquier otra aleación biónica humanoide que tenga extremidades de titanio y pueda con semejantes escaleras verticales.
¿Han oído el término “tortura china”? Bueno, juro por Pangu que tuvo que haber sido acuñado en estas gradas. En mi vida, en MI VIDA, he visto yo tantas gradas juntas (ya sé que antes usé esta frase, pero mae, cómo cambian las percepciones de un día para otro cuando se está en las patas de un ser mitológico). Experimento momentos de pánico en que al chile comienzo a alucinar: deliro con que esas gradas descienden hacia el centro de la Tierra, que estoy atrapada en un cuadro de Escher, que este es solo el camino del inicio al infierno, que moriré ahí mismo, devorada por los buitres…
Y, al mismo tiempo, en mis ratos de lucidez, mientras bajo y bajo y bajo y bajo y bajo, no puedo evitar maravillarme ante el poderío chino. Mae: ¡OBVIAMENTE que esta gente no se inspiró en Fraggle Rock para comenzar su desenfreno constructor! Nooooo, qué va: a saber desde cuándo se encuentra esta demencial cantidad de gradas aquí. ¿Y cómo, cómo PUTAS las construyeron en una montaña TAN escarpada e inaccesible? Y a todo esto, sin tecnología moderna, porque estamos hablando de una montaña que ha sido escalada por siglos, desde que una cumbre podía confundirse fácilmente con los pies de alguien. Claro, estos maes tienen la muralla china, ni más ni menos que la única estructura construida por el ser humano que se ve desde el espacio exterior… Más bien, los inges de Fraggle Rock fueron inspirados por los chinos y no al revés. ¡DUH!
Finalmente, el caparazón de mis restos alcanza el mundo de los mortales. Y, como mortal que es, desde hace cuatro días reposa en cama. Efectivamente, ya lo ven venir: en mi vida, en MI VIDA he tenido semejante DOLOR en las piernas. Supongo que es la venganza de Pangu, por haberme encaramado en sus pies y haberme atrevido a bajar por el camino del soldado, cuando yo vengo de un país sin ejército, donde nuestras más antiguas construcciones son de humilde adobe.
Por lo tanto, mi conclusión es que no es este el sendero más peligroso del mundo, pero sí el más doloroso. Y, aunque me haya pasado los últimos cuatro días drogada con ibuprofeno, cero arrepentimiento porque mae, hijueputa yo si no iba ahí.
Así que mi eterno agradecimiento a mi amigo César por ponerme esta idea delirante en la jupa. Ojalá y algún día pueda él también descender por el célebre camino del soldado…
2 Comments
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¡Que me he reído con tus aventuras! y me encantan tus descripciones del lugar, definitivamente has hecho que mi imaginación vaya viajando a medida leo tu relato. Muchas felicidades y gracias por tus aportes a que conozcamos mas el mundo a través de tus ojos.
Me alegra MONTONES que te haya hecho reír, May. 😀 Muchísimas gracias por tomarte el tiempo de leer y de viajar sobre el caballito. ¡Abrazote grandote! 🙂