¿Cómo se ven hoy los lugares de la Biblia?
¿Cómo se ven hoy los lugares de la Biblia?
Antes de comenzar con este artículo, he de hacer una aclaración: este NO es un artículo religioso. No esperen de él, por lo tanto, una visión muy romana, católica y apostólica de los lugares visitados por Jesús, así como tampoco una mormona, ortodoxa, luterana o rellene este espacio con alguna otra rama del cristianismo que no se me ocurre ahorita: ___________.
La verdad, luego de pasar una tormentosa infancia en una escuela católica de monjas, yo estoy taaaan lejos del cristianismo como lo está Costa Rica de Tierra Santa. En lo personal, he preferido renunciar a tener todas las verdades absolutas del universo solo por lo que percibo a través de cinco sentidos tan limitados. Eso, obviamente, incluye renunciar a la religión, sea cual sea, y a creer en Jesucristo, Mahoma o Carl Sagan.
Sin embargo al estar viajando por Israel y Palestina, epicentros de las tres religiones monoteístas más grandes del planeta, evidentemente terminaría en algún momento en lugares bíblicos, porque es casi inevitable cuando se viaja por territorios que se denominan “Tierra Santa”. Y bueno, la verdad es que el verdadero propulsor de viajar, más allá de una turbina de avión, un motor de automóvil o nada más que los pies, es la curiosidad. Y a mí me daba curiosidad ver cómo serían esos lugares bíblicos hoy por hoy, más allá de imaginármelos a punta de puro versículo.
Por lo tanto, si no es un análisis geográfico-religioso-espiritual de sitios bíblicos lo que buscan, sino más bien es la curiosidad lo que los mueve a ustedes también, han llegado al artículo indicado.
Los invito a echarle entonces una ojeada, sin más preámbulo aclaratorio, a los lugares que se describen en el primer libro impreso de todos los tiempos: la Biblia. Que se describen, pero que ya definitivamente no son los mismos porque muchos hoy son taaaaan diferentes que seguro el mismo Jesús en su segunda venida fijo se pierde. :p
El lugar de la anunciación, Nazareth
“No penséis que he venido a traer paz a la Tierra”, dice Mateo que dijo Jesús, quien aparentemente ya tenía clarísimo, desde ese entonces, que sería muchas veces causa de división en este mundo.
Y es que hablando de su vida en términos desde incluso antes de que naciera, la gente no se pone de acuerdo. Es por ello que en Nazareth se encuentran dos lugares donde se cree que se encontraba María en el momento de la anunciación, cuando se le dio la misión de traer al mundo a un hombre que no pasaría para nada desapercibido para la historia.
Este es el lugar según los griegos ortodoxos, que se supone se encuentra donde había una fuente a la que María iba todos los días a traer agua:
Y este es el lugar según los católicos romanos, ubicado en lo que se supone fue la casa de María. Para hacer su punto más contundente, esta gente decidió construir un complejo con una iglesia con un domo que se ve desde varios puntos de Nazareth y que cuenta, además, con otra iglesia donde en teoría estaba el taller de José.
Además, coleccionan imágenes de la virgen María de distintos países del mundo, las cuales a mí me parecieron culturalmente muy curiosas porque develan cómo percibimos la divinidad a imagen y semejanza nuestra y no de la manera inversa, tal y como el Génesis lo hubiera querido. Así que lo que para nosotros podría ser una virgen María “china” o “peruana”, para ellos será simplemente la virgen María. Ahhh, las maravillas del relativismo religioso y otros cuentos…
Iglesia de la Natividad, Belén
“Si me ven, si me ven, voy camino de Belén” iba yo cantando mi villancico para mis adentros en total modalidad navideña en pleno mayo, mientras iba en el bus de Jerusalén a Belén. :p
Belén, en realidad, es un lugar muy triste, brutalmente cercado por el muro que divide a Palestina de Israel. Una ironía, cuando para la religión cristiana es el lugar donde nació un hombre que vino a predicar, justamente, amor.
A pesar del conflicto, he de decir que yo me sentí completamente segura en Belén. Siempre que le digo a la gente que estuve en Cisjordania o el West Bank, me mira un poco con cara de espanto, pero se los aseguro: no es una zona de devastación (para efectos de este artículo, igual estamos en páginas del Nuevo Testamento sin llegar todavía al Apocalipsis). Así que si quieren ir a Palestina, basta con informarse previamente con locales acerca de cómo está el arroz (porque la situación sí puede cambiar de un día para otro) y listo, verán que es un sitio relativamente normal, o más bien triste y normal, porque es infinitamente triste cuando el odio se vuelve cotidiano.
Sin embargo, la mayoría de los turistas se espanta de antemano y, por lo general, solo visitan la iglesia de la Natividad, una de las más antiguas del mundo y construida en el sitio donde se supone que nació Jesús.
El lugar se ve así más de 2000 años más tarde:
O más bien, así se ve más de 2000 años más tarde: lleno de turistas indios:
Aquí necesito hacer un paréntesis para canalizar mi confusión: no me termina de quedar claro aún por qué para los indios resulta tan atractivo visitar Israel y Palestina. Fuera de India no recuerdo ver a tantos de ellos concentrados por santo metro cuadrado, pero el hecho es que desde que crucé la frontera entre Jordania y Palestina los maes han sido mis omnipresentes personajes extra. Mi hipótesis es que, así como los israelíes se la pasan metidos en India, los indios quieren ahora pasarse metidos en Israel para lograr alguna suerte de balance cósmico. En caso de que no estén familiarizados con el fenómeno, cientos de israelíes viajan a India después de que concluyen sus servicio militar obligatorio y están por tooooodos lados, de tal manera que si se quiere producir una película con escenario en India, para hacerla verosímil, tiene uno que poner en escena vacas, Ganeshs, rickshaws e israelíes dando vueltas por ahí. De análoga manera, pareciera que si uno quiere ambientar una película en Israel, ahora tiene a huevo que poner entonces un grupo de turistas indios dando vueltas por ahí.
En fin, concluyamos con el paréntesis porque, para variar, me estoy saliendo del tema. Así que pasemos al…
Monte de las Bienaventuranzas, mar de Galilea
Por este lugar, podría deducirse que Jesús, como líder carismático, sabía escoger muy bien los escenarios donde dar sus sermones más impactantes. El mar de Galilea (que en realidad no es un “mar” en sí, sino un lago de agua dulce) podría pasar por mar en todo caso para efectos histriónico-evangélicos porque realmente tiene unas vistas bastante impresionantes que bien podrían ayudar a convencer a la gente que, efectivamente, si hay un paraíso más allá de la muerte y es más hermoso que esto, hay que ponerle, chiquillos, para acumular puntos y ver si a uno al final lo dejan entrar.
Hoy, para seguir aprovechando la belleza intrínseca del lugar, aparte de la iglesia imperativa, hay una casa de huéspedes en el Monte de las Bienaventuranzas. Bienaventurados los que tienen plata para quedarse ahí porque la verdad es un chuzo de lugar.
Lugar del bautizo, río Jordán
Uno de los sitios más… este… peculiares, sin lugar a dudas es el punto donde en teoría Jesús fue bautizado. Cristianos de hueso colorado vienen a bautizarse hasta acá, por lo que es común ver gente de todo el mundo vestida con túnicas blancas dispuestos a nacer a una nueva vida luego de sumergirse en las aguas del río Jordán, tal y como Juan el Bautista lo hubiera querido.
He de decir que resulta interesantísimo para propósitos de observación antropológica (o lo que comúnmente se conoce como people watching), en vista de que quienes vienen acá suelen ser…este… como les digo: peculiares. Cánticos, aleluyas con la misma frecuencia que un costarricense dice “mae” y raptos místicos serán frecuentes entre estas personas. Pero chiquillos, la jugada es así muchas veces por estos lares de monoteísmos extremos. Por lo tanto, diría que este es un buen lugar para practicar la tolerancia, abrir la mente y observarlos de lejitos. Al fin y al cabo, ¿quién soy yo para decirle a alguien en qué debe creer?
Monte de los Olivos
El Monte de los Olivos viene a ser algo así como el epicentro escénico de muchos capítulos de la Biblia. A Jesús tal parece que le gustaba mucho pasar el rato acá, al grado de que este fue en teoría el último lugar en que estuvo en esta tierra.
Consecuentemente, el Monte de los Olivos, hoy en día, está lleno de atracciones sagradas, como la cueva en que Jesús fue traicionado, la supuesta tumba de la Virgen María según la tradición ortodoxa, un cementerio gigantesco judío, una iglesia en el sitio en que dio el Padrenuestro y una iglesia/mezquita donde se supone que ascendió a los cielos.
Sin embargo, para efectos de este artículo, elijo concentrarme en el jardín de Getsemaní. Como aclaré al inicio de este artículo, yo no soy religiosa, por lo que me llama más la atención los rasgos humanos de Jesús que los divinos. De hecho, la figura de Jesús como personaje histórico me gusta muchísimo: en realidad, se trataba de un hombre joven, revolucionario, que predicaba amor, algo así como un hippy avant-garde. Lo que sucede es que hoy su figura está mal mercadeada me parece, porque se ha centrado demasiado en posturas muy rígidas y se ha dejado de lado que, al fin y al cabo, él también era un ser humano.
Por lo tanto, a mí en lo personal me parece más cálidamente cercano el Jesús que tiene miedo. Y para mí no hay nada más humano que el miedo, en especial a aquello que no entendemos. Si por algo lo primero que hacemos al venir a este mundo es llorar. Y es aquí el lugar donde Jesús tuvo miedo, ese miedo a sufrir que es muchas veces peor que el mismo sufrimiento.
El jardín de Getsemaní es un lugar dulce y tranquilo, con árboles de olivo centenarios, tan antiguos como las leyendas de héroes que en algún momento fueron de simple carne y simple hueso, pero que hoy se han consumido en una vorágine de fanatismo y polémica, en especial en Jerusalén, donde hay demasiada religión para tan poca tierra.
Vía Dolorosa, Jerusalén
Cuando la dirección del hostal dice: «De la VII estación del Vía Crucis, siga 50 metros y doble a la izquierda», sabe uno que está en Tierra Santa.
La Vía Dolorosa reconstruye el camino de Jesús hacia el calvario, por lo que efectivamente se mide en estaciones que se encuentran entre los callejones de la ciudad antigua de Jerusalén, que a veces incluso pueden pasar desapercibidas entre la muchedumbre porque suele ser muy discretas:
A menos, por supuesto, que uno se encuentre con una de las típicas procesiones de turistas, que se pueden ver más o menos así:
Es entonces que uno, con la cruz de su mochila a cuestas, puede comenzar a desesperarse, abriéndose paso entre la religiosa multitud para tratar de llegar rápido a su hostal, repitiendo muchos «con permiso, con permiso, con permiso» como letanías que le abran a uno las puertas del paraíso y le permitan descansar de lo hecha mierda que puede quedar luego de haberse levantado como gallina para cruzar la frontera desde Jordania ese día y darse cuenta de que no hay transporte público por ser Sabbath. #SabbathNuncaSeremosAmigos.
Gólgota y sepulcro
“No penséis que he venido a traer paz a la Tierra”, dice Mateo que dijo Jesús, y es que al chile que Jesús sabía, SABÍA que más de dos mil años después la gente seguiría agarrándose de las mechas por causa suya, al grado de que a estas alturas del partido tal parece que Jesús fue crucificado en dos sitios diferentes.
El primer lugar es la basílica del Santo Sepulcro, donde se agrupa el sitio donde Jesús fue crucificado, el lugar donde fue enterrado y donde finalmente resucitó. Administrado por ortodoxos y católicos, el lugar rebosa de religiosidad nivel… nivel… diay, nivel Dios, ¿qué esperaban?
En especial, la piedra donde supuestamente Jesús fue ungido después de haber sido bajado de la cruz es uno de los lugares religiosos que, al menos en mi experiencia, más me ha impresionado, no por la piedra en sí, sino por lo rajadamente inyectada que se pone la gente cuando llega al sitio en cuestión. Mientras los observaba ahí, acariciando la piedra, llorando sobre la piedra, besando la piedra, orando sobre la piedra y entrando en trance sobre la piedra, no podía dejar de pensar acerca de con cuánta persistencia milenaria, con cuánta complejidad variopinta, con cuánta desesperación incluso ha buscado la humanidad, por siglos, algo superior a un simple ser humano. Es extremadamente poderoso, como una dinamita, que igual puede sacar lo mejor de la condición humana como lo peor.
Un lugar menos intenso y más alternativo es el «jardín de la tumba». Esta locación no tan main stream sostiene ser el sitio auténtico según algunas descripciones geográficas de los evangelios. Sin embargo, para efectos “oficiales” no parece ser que nadie le dé mucha pelota a este punto, puesto que en el sitio en que teóricamente se ubicaría el Gólgota hoy se encuentra una estación de buses:
El sepulcro, no obstante, sí reviste el aire indiscutiblemente bíblico que uno podría esperar de las, al menos para mí, aburridamente clásicas películas de semana santa. Hoy se ve así:
O más bien así:
En fin, para ya ir concluyendo este artículo (que me está quedando monstruoso, más bien gracias por la paciencia de leer hasta acá, yo es que me inyecto toda cuando escribo), mi recomendación sería que, ya sean ustedes religiosos o no, si tienen la oportunidad de visitar Tierra Santa, se den su vueltica por estos lugares. Porque realmente nada humano nos debería ser ajeno, no importa cuán místico y a veces incomprensible parezca llegar a ser.